ABRIL: MES DE LA EMPATÍA
Este mes vamos a trabajar la empatía. Pero que significa este término. La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar del otro, de entenderle y llegar a saber cómo se siente e incluso saber lo que puede estar pensando. Es una capacidad, por lo tanto, fundamental para relacionarnos con los demás.
Como seres humanos, nacemos con la capacidad de ser empáticos, pero esta capacidad se va desarrollando a lo largo de la vida a medida que adquirimos determinadas habilidades. Estas habilidades se aprenden en relación con los demás. Es por ello que los adultos y personas cercanas a los niños y niñas son fundamentales para este desarrollo, ya que serán las primeras relaciones y vínculos que establezca el pequeño.
El cuento que vamos a trabajar este mes es el siguiente:
EL DADO QUE PACIFICÓ MI TABLERO
Yo no lo sabía,
pero las fichas blancas y negras de mi juego favorito se odiaban. Cada noche,
mientras yo dormía, peleaban por la única
casilla multicolor del tablero, a la que las blancas llegaban
siguiendo el caminito de casillas blancas que cruzaba su reino, y las negras
siguiendo otro caminito de casillas negras que atravesaba el suyo.
Aquella lucha tan igualada parecía no tener
fin, así que el señor Dado les propuso la partida definitiva: se enfrentarían
los líderes de cada bando, y el vencedor se quedaría
con la casilla multicolor para siempre.
- Para evitar trampas -añadió Dado-, ambas pasarán la noche anterior aisladas y
vigiladas por mí. Yo
las llevaré luego a su casilla de salida.
No dudaron en aceptar la propuesta del viejo y
sabio señor Dado, quien, al caer la noche, llevó a ambas fichas a un
lugar secreto del tablero. Estas esperaban algún tipo de premio
o discurso pero, para su sorpresa, solo encontraron dos cubos de pintura, uno
blanco y otro negro.
- Cambiaréis vuestros
colores esta noche, y mañana jugaréis la partida con el color
al que siempre os habéis enfrentado. Tenéis la misma forma, y solo cambia
vuestro color, así que nadie se dará cuenta; pero tampoco podréis decírselo a
nadie.
Las
fichas obedecieron sorprendidas, y
al día siguiente viajaron hasta llegar a la casilla de salida de cada uno de
los caminos. La ficha negra, toda ella pintada de blanco, cruzó el reino de las
fichas blancas entre aplausos y gritos de ánimo, sin que nadie supiera que estaban aclamando a
la mejor de las fichas negras. Allá por donde pasaba recibía flores, regalos y muestras de
cariño de fichas grandes y pequeñas. Viendo la ilusión que generaba ganar
aquella casilla, la ficha negra descubrió que el reino de las fichas blancas no
era tan distinto del suyo, aunque fueran de colores opuestos. La partida
comenzó, y en su emocionante viaje
por el caminito de casillas blancas a través del reino rival,
la ficha negra se sintió un poquito menos negra. Hasta que, llegando al final
de la partida, cuando estaba tan cerca que podía verse la última casilla, la
ficha negra no recordaba ninguna razón para detestar a las fichas blancas. Entonces se encontró frente a frente con la
ficha blanca, toda
ella pintada de negro, y sintió un fuerte deseo de abrazarla como a una de sus
hermanas. La ficha blanca, que había vivido algo muy parecido en su viaje por
el país de las fichas negras, sintió lo mismo. Y, olvidando la partida, ambas avanzaron hasta la casilla multicolor
para fundirse en un gran abrazo.
Casi nadie entendía qué había pasado, pero
daba igual. Todas tenían tantas ganas de paz, que no dudaron en lanzarse a la
casilla multicolor para seguir abrazándose unas a otras y celebrar el fin de la
guerra.
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